Omar Vargas, con todo y su musical apellido, llegó a Medellín, procedente de Caracas, Venezuela, hace cinco años, Su primera estación fue Barranquilla, en la Costa Atlántica, pero luego subió a la montaña y aterrizó en Medellín, en enero de 2020.
Llegó con su trompeta y con muchas ganas de triunfar lejos de su amada Venezuela, y entonces, caminando, se encontró con Carmen Cárdenas, quien sobrevivía tocando el saxofón en las cercanías de San Ignacio.
El joven, apenas la vio, se paralizó y no pudo dar un paso más. La escuchó hasta el cansancio y luego se presentó: “Hola, me llamo Omar, y me gustaría acompañar tu melodía”. Fue un clic musical, inmediato, y, desde entonces, no se separan.
“Bueno, en realidad estuvimos separados por culpa de la pandemia. Las primeras cuarentenas estuvimos separados, pero luego empezamos a vernos y a tocar juntos en las calles”, cuenta Carmen, con su desparpajo habanero.
“Soy de Lorica, Córdoba, y me vine para Medellín porque acá hay más oportunidades de triunfo”, explica la joven de 25 años de edad, y quien junto a Omar hace parte de la orquesta Caribe Flow, aunque desde marzo no han podido tocar juntos.
“La música es un escape. El mundo va mal, pero con nuestros instrumentos y nuestro amor, hemos logrado resistir”, expresa Omar, amante del latin jazz, los boleros y la bossa nova.
Ambos son empíricos y han sufrido los estragos de la pandemia en sus respectivas familias. Pese a todo, salen cada día a las calles de la capital antioqueña para entregar su arte por monedas, en alguna calle o semáforo, esperando que la suerte las haga un guiño y los empuje hacia el estrellato.
“Soñamos con tocar en grandes escenarios, juntos, como pareja. Queremos también, en estos momentos, mostrarles a los colombianos que Venezuela y Colombia pueden unirse para cosas buenas, para cosas bonitas”, dice Carmen, mientras su cabello, envuelto en remolinos, juega con el viento de octubre al compás de su melancólico saxofón.
Cientos de artistas callejeros llenan con su talento las calles de Medellín, todos ellos son el mejor ejemplo de resistencia ante los duros momentos que han ido llegando debido a la pandemia. Omar y Carmen, desde diferentes culturas, demuestras que, la fuerza del amor, es capaz de romper cualquier barrera, por más monstruosa que esta sea.
Por: Mauricio López