Mariana supo a muy temprana edad, que los monstruos sí existían y que en vez de tener grandes colmillos o garras despiadadas, contaban con enormes sonrisas y miradas aterradoras. No se escondían en su armario o debajo de la cama, estaban ahí, a plena luz del día, compartían el desayuno con ella o le enseñaban...Read More
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