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La historia de la vida de Ramiro Ruiz se divide en dos partes, la primera de ellas, la recuerda en tinieblas, en penumbra. Por cosas de la vida vivió 28 años en la calle, consumiendo todo tipo de sustancias psicoactivas y envenenándose minuto a minuto.

Nació en Armenia, Quindío y allí transcurrieron en compañía de su familia, sus primeros años de vida. Ramiro consumió marihuana por primera vez cuando  tenía 16 años y a partir de ese momento, comenzó su descenso hacia el infierno.

De esos días y largas noches entre el bazuco, el humo de los carros y la indiferencia de las personas, no recuerda mucho, o bueno, no quiere recordar.

Para sostener su consumo, Ramiro llegó a vender dulces, recoger escombros y reciclaje y deambular por las calles con un costal en la espalda. En muchas ocasiones prefería gastarse el poco dinero que recibía en drogas, lo que lo llevaba a buscar comida en las bolsas de basura y estar varios días, e incluso semanas sin bañarse.

De ese constante deambular llegó a Medellín en el 2004, donde siguió habitando la calle durante 13 años más. La historia de Ramiro se parte en dos en el 2013, fecha en la que decide dejar las drogas.

Y en ese proceso Ramiro buscó el apoyo de la institucionalidad, Ramiro hace parte de los Dormitorios Sociales de la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellin desde el 17 de marzo de 2017.

“Afortunadamente hace nueve años conocí lo que es la sobriedad. Fue como un despertar, como volver a empezar” comenta Ramiro.

Y con ese despertar, vino su superación como profesional, asumir las riendas de su vida, estudiar lo que siempre había soñado, darle uso ara oficios útiles a sus manos.

“Todo lo que pasa por mis manos es para beneficio de mi vida y de Centro Arte, un emprendimiento que tengo desde hace cinco años con un amigo en el que hago artesanías que nos encargamos de comercializar” comenta.

Ramiro es la fiel muestra de que nunca es tarde para estudiar, que las personas mayores cuentan con un gran potencial y que la mente puede acabar con cualquier sueño, destruirlo o por el contrario potenciarlo.

“Cuando nos lo proponemos, podemos salir adelante, quiero ser motivo de inspiración para las próximas generaciones” finaliza Ramiro.

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