25 de mayo 2020, día nacional por la dignidad de las víctimas de violencias sexuales.
La violencia sexual es un hecho devastador que impacta en cada mujer, en todas las mujeres y en las comunidades de las que forman parte. La violencia sexual, y en particular la violación, es una práctica de guerra cuyo objetivo es destruir la integridad de las mujeres dejándolas marcadas y, a través de ellas, transmitir un mensaje de dominación por el terror que facilite el control de territorios y poblaciones.
Los datos extraídos de los testimonios recogidos por la RUTA PACIFICA DE LAS MUJERES en su libro “LA VERDAD DE LAS MUJERES: víctimas del conflicto armado en Colombia”, refieren que un 13% de las mujeres entrevistadas, es decir más de una de cada ocho, sufrieron violencia y tortura sexual. De estas mujeres, más de la mitad (56%) sufrieron violación sexual por parte de los perpetradores. Hubo otras formas de violación de sus cuerpos, como los manoseos, las amenazas y las burlas. También diversas formas de tortura sexual, como los desnudos forzados, los golpes en senos y genitales o el ser obligadas a presenciar violencia sexual contra otras mujeres.
Asimismo se describieron métodos de seducción e insinuaciones como ataques sexuales a mujeres menores de edad. Incluso se recogieron testimonios de esclavitud sexual (6%), el embarazo forzado (4%) y la tortura durante el embarazo. Las mujeres que sufrieron estas agresiones refirieron haber sufrido entre una y diez formas de violencia y tortura sexual. Cada una de ellas fue víctima, como media, de entre dos y tres formas. Las mujeres más golpeadas por la violencia sexual fueron las afrodescendientes y las mestizas. En cuanto a los perpetradores, el análisis de los testimonios revela que, si bien en diferente grado y con patrones distintos, la violencia sexual contra las mujeres ha sido utilizada por todos los actores armados, legales e ilegales, en el conflicto armado colombiano.
Militarización de la vida cotidiana, antesala de la violencia sexual
Una de las realidades que muchos testimonios de mujeres refieren es la presencia de los diferentes actores y grupos armados en sus vidas diarias. Éstos podían presentarse en cualquier momento imponiendo sus normas, sus formas de control de la población e irrumpiendo de forma violenta en los espacios y las actividades de las mujeres para ponerlas a su servicio. Este contexto de militarización de la vida cotidiana favoreció y facilitó el acceso sexual forzado de los actores armados a los cuerpos de las mujeres adoptando formas diferentes, desde la seducción amenazante, hasta la violación y otras formas de agresión y abusos contra ellas como el control de sus formas de ser, de vestir, de relacionarse o las actividades realizadas.
En los casos de violencia sexual, la más extendida ha sido la violación (56%) que también se considera como una forma de tortura. La violación sexual fue además siempre precedida de coacciones físicas y psicológicas y acompañada de otras agresiones de extrema crueldad, como las marcas en el cuerpo, las lesiones físicas, llegando incluso al asesinato de la mujer violada.
Como forma de actuación reiterada se dieron las violaciones en grupo como una agresión compartida en la que cualquier resistencia es imposible. Algunas de estas violaciones fueron a su vez la plasmación de la ideología militarista en cuanto al orden jerárquico y a la total deshumanización de la víctima.
Numerosas mujeres que padecieron violencia sexual de actores armados, también habían sido víctimas en su niñez, adolescencia y hasta en la edad adulta de violencia sexual, ya fuera en sus hogares o en sus comunidades, espacios en los que se espera que haya protección y seguridad. Un 15% de las mujeres refirieron haber sufrido violencia sexual de su pareja, de hombres de la familia, en el trabajo o en la comunidad.
Los testimonios de mujeres muestran la extensión y la naturalización de la violencia sexual en los ámbitos de relación más cercanos. Se encadena así la experiencia de violencia sexual en las biografías femeninas en un continuum que va desde las relaciones en la intimidad familiar, hasta la relación entre víctima y victimario en el escenario de la guerra. Estos testimonios muestran el valor de las mujeres para hablar de experiencias estigmatizantes como el desprecio de los perpetradores y la crítica a una cultura patriarcal que normaliza e invisibiliza la violencia sexual contra las mujeres.
TOMADO DE: “LA VERDAD DE LAS MUJERES VICTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA”, LIBRO RESUMEN. (Pag. 66- 73) RUTA PACIFICA DE LAS MUJERES.