Por: Economista Nidia E. Acero T.
Este 2020 nos llegó de la manera más inesperada, nos llegó dándonos unas lecciones de vida sin antecedentes para las generaciones actuales. La primera de ellas, se origina en algo que decía el Papa Francisco, hasta Dios perdona, pero la Naturaleza nunca perdona.
¿Pero qué es lo que la naturaleza no perdona? A lo largo de mi vida he aprendido que existen unas Leyes que mantienen el equilibrio, no solo del planeta, sino del Universo. Y cuando quebrantamos esas leyes, la naturaleza reclama su desagravio. Nunca lo había entendido tan claro, como ahora con el CORONAVIRUS.
Aunque soy consciente, que, en este contexto de la pandemia, es más pertinente hablar de médicos, científicos, laboratorios, medicinas, temas de salud, etc. Sin embargo, creo que el planeta origina un quiebre, pero no se detiene. En el campo del urbanismo son muchas las lecciones que debemos aprender de esta pandemia.
No necesitamos ser unos expertos en metafísica, o ser religiosos y saber mucho de las Leyes que rigen el Universo, para entender que las estamos quebrantando. No soy autoridad en este tema, pero desde muy joven sentía curiosidad por entender cómo se mantenía el equilibrio del universo y los planetas. Fue en algunos de esos acercamientos que indagué sobre las Leyes Universales.
En este contexto solo me voy a referir a una sola de estas siete leyes universales, es la primera ley inferior, la más baja y la que tiene directa relación con el desarrollo urbano y rural. La Ley de la Naturaleza. Y solo voy a enunciar las más sencilla de sus premisas que he tomado de algunos estudiosos de estos temas.
- Todo lo que nace muere. Esta ley se da solo en la materia. Define las características de los cuerpos físicos donde se desarrolla la Conciencia.
- La Naturaleza es perfecta. Y mantiene la armonía y equilibrio de todas las especies si estás dentro de la Ley. Su funcionamiento se basa en la reproducción, no admite la destrucción.
- Nada que esté fuera de ella puede funcionar. Nunca nada ni nadie que se ha salido de la Ley puede existir. Todo lo que necesita el ser humano está dentro de la Ley, pero todo lo que quiere está fuera de la ley.
- Cuando el hombre interviene para alterar el equilibrio, se sale de la Ley, y se entiende que está fuera de ella porque tiene maneras de mostrarse. Se refleja en contaminación ambiental, debilitamiento del sistema inmunológico, enfermedades y escasez, entre otros para termina en el dolor.
- Cuando actuamos con el Instinto (Conciencia), estamos dentro de la Ley, porque es allí donde están grabados los procesos necesarios para mantener la naturaleza en equilibrio y en el ser humano se reflejará en su salud.
Estas premisas no tienen otro propósito que invitarnos a reflexionar sobre si la manera como estamos haciendo las propuestas de planeación y desarrollo de nuestras ciudades y municipios, están dentro de la Ley, según las premisas. ¿Cómo estamos proponiendo nuestros Planes de ordenamiento territorial (POT) y sus equivalentes en municipios más pequeños los Planes Básicos de Ordenamiento Territorial (PBOT) y Esquemas Básicos de Ordenamiento Territorial (EOT)?
Pero no se debe confundir y pensar que entonces ahora no se puede construir nada porque todo tiene que ser verde. No es así. La naturaleza entiende que el equilibrio se da cuando podemos satisfacer nuestras necesidades básicas y para ello debemos generar la oferta de bienes y servicios que requerimos para la supervivencia en armonía con ella.
En este análisis es importante reconocer qué requiere dentro de nuestros planes la ciudad y que requieren las zonas rurales y la importancia de cada una de ellas.
LA CIUDAD Y CENTROS URBANOS
En la ciudad, nos concentramos para optimizar el uso del suelo y los servicios básicos, para atender el crecimiento de la población. En nuestros centros urbanos, requerimos la vivienda, la provisión de servicios domiciliarios, acueducto y alcantarillado, energía, gas, provisión de espacios públicos y naturales, y espacios para disposición de los residuos, entre los básicos. También en las ciudades, se requieren los espacios para el desarrollo de las actividades económicas, las industrias, manufacturas y los servicios complementarios: educación, salud, recreación y deporte, culturales, entre otros.
Sin embargo, esta pandemia, nos ha demostrado, qué es lo realmente prioritario, a la luz de la supervivencia del ser humano y qué es irrelevante en esta perspectiva. Quedaron claramente expuesto que los lujos y los excesos no significan nada. En países desarrollados, ricos y pobres murieron por bandadas sin que el dinero de unos y la pobreza de otros hiciera mucha diferencia en las circunstancias en que tuvieron que morir. Los ataúdes y la forma de terminar su existencia fueron claramente iguales.
Quedó en evidencia que somos un colectivo, interconectado hasta la médula. Lo percibí con claridad durante la Cuarentena desde mi apartamento en Bogotá, cuando al mirar por televisión, que, en días prohibidos por el gobierno para salir de sus casas, en los sectores de estratos 1 y 2 las aglomeraciones eran increíbles. Al entrevistar a muchos de los “rebeldes”, entre muchas cosas decían, “que diferencia para mi hay entre morir por el virus o morir de hambre y ver a mis hijos morir de hambre.” Mientras tanto en las redes enviaban mensajes criticando a los “irresponsables” que nos van a contaminar a todos.
Aquí el calificativo de responsables o irresponsables se vuelve irrelevante. Aquí lo que está de manifiesto es que sociedades donde hay hambre y pobreza, la concentración de capital y la iniquidad, nos perjudica a todos. No solo a los que no han tenido oportunidades y andan en el rebusque, es a todos, y la pandemia nos lo demostró.
Desde hace más de 20 años cuando comencé a trabajar en proyectos de planeación y desarrollo urbano en Medellín, lanzamos una premisa que al principio creó muchas reacciones en contra. Estas intervenciones se deben constituir en grandes oportunidades para muchos agentes, que a través de las cargas y beneficios distribuidos de manera equitativa, deben participar de manera activa, como reza el tercer principio de nuestra Ley de Ordenamiento Territorial, y el cuarto artículo de la misma.
Después de mucho lidiar con todos los agentes de estos proyectos, se fueron convenciendo por sí solos y fueron cediendo, hoy en día las cargas que eran un inaceptables en ese momento, en todo el país forman parte de estos planes. Algunas de ellas son: las cargas sociales, los planes de manejo ambiental y de sostenibilidad, las cargas patrimoniales, las cargas de mitigación de impactos económicas, entre otras.
Al final esta será una nueva etapa que nos obligará a proponer un urbanismo responsable; y el discurso de “sostenible con el medio ambiente” se debe volver real, pero se debe incorporar sin miedo, que ofrezca oportunidades reales a todos los agentes, sin temor, y antes de que nuestra memoria olvide las lecciones de la pandemia.