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“La población de personas mayores atendidas por los programas y proyectos de prevención, atención básica y especializada que ejecuta el actual plan de desarrollo de la ciudad de Medellín, corresponde a 62.226 de 444.992 personas mayores de 60 años. La administración actual ha atendido el 14% de esta población” (Debate de control político).

Hay aumento en las situaciones de vulnerabilidad y riesgo de las personas mayores respecto a: homicidios, delitos sexuales, violencia intrafamiliar, irregularidades en centros de atención, problemas de salud física y mental postpandemia, brechas sociales en habitantes de zonas rurales y campesinas, analfabetismo informático y abandono.

Podemos seguir con cifras, datos, leyes y decretos de protección al adulto mayor, pero pareciera que nada alcanza a protegerlos y cuidarlos como se debe. A acompañarlos con amor, respeto y responsabilidad mientras se apaga su vida dignamente. Nos dieron la vida. Es posible que tengamos que repetirles mil veces las mismas cosas, es posible que nos tengamos que volver sus manos cuando las de ellos ya no les coordinen para llevarse el alimento a la boca, es posible que tengamos que ser sus ojos cuando los suyos se oscurecieron, es posible poner y quitar un pañal cuando el esfínter no se puede controlar. ¿Será que es imposible ser un ser humano?

 No debe ser fácil para nadie envejecer, no debe ser fácil darse cuenta como poco a poco se van perdiendo nociones, recuerdos, capacidades físicas y mentales y palabras para nombrar el miedo a la muerte, a la tristeza por dejar los seres que se aman, a la intranquilidad de sentirse una carga para la familia, a la necesidad de otro ser humano en quien apoyarse para poder vivir los últimos años. No, no es fácil envejecer. Es al igual que la infancia, el tiempo en que más se necesita de los otros, con una diferencia: la infancia tiene vida por delante, la vejez no.  

Si hubo condiciones complejas para ellos durante  la pandemia, ahora se han incrementado, no solo por el redireccionamiento de los recursos destinados a su atención, sino por la falta de interés y de continuidad en los programas de prevención y atención de la actual administración. Ahora es común encontrarse adultos mayores caminando a paso lento la ciudad, parados bajo la intemperie en un semáforo, enfermos, con frio, abandonados, sentados en las bancas de un parque con la mirada seca y su boca cerrada porque sienten que es inútil su existencia.  

Tal vez esta alcaldía “del futuro” tenga que replantearse, entre muchas otras cosas, la atención, prevención y cuidado a los adultos mayores. Los que tienen una historia de amor, construcción, cuidado y trabajo por esta ciudad.

Si la infancia no es el futuro, ni la vejez tampoco, ¿Qué es entonces la Medellín Futuro?

“Al evidenciar la desdicha y la desigualdad de los ancianos, quienes al final de una vida de trabajo y esfuerzo se han convertido en un desperdicio, se hace patente el fracaso de la civilización contemporánea”

Simone de Beauvoir

Para ver la columna en el periódico El Colombiano, puedes dar clic aquí

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